ESTO ES EL SOCIALISMO – La crisis y la desesperanza llevan a venezolanos al suicidio

Esa mañana, la del 27 de enero, todo parecía normal antes del suicidio registrado en las residencias Siena de Quinta Crespo. La conserje había fregado el piso, las losas del pasillo principal brillaban y las puertas magnéticas estaban todas en buen estado. Solo aquel saco de huesos rotos, el cadáver de Armando Núñez, un comerciante de 55 años que se lanzó desde un piso 14, resquebrajaba la serenidad del lugar. Aquel amasijo humano yacía desde las 8:20 a.m. en el patio central y estuvo por casi dos horas cubierto con una sábana.
Julio Materano / Noticiero Digital
Doris Salvatierra, una vecina que fue testigo de aquel suicidio, dice que no hubo gritos ni dolientes cercanos que languidecieran del dolor. Fue, dice, un golpe seco, súbito, áspero y sin ecos. “Es como si hubiese muerto antes de clavarse contra el concreto”, se repite. Lo cuenta desde la entrada de un automercado donde repasa con otros conocidos el suceso.
De Armando Núñez, dice Doris, se conoce poco. Se sabe que era comerciante, que su negocio había quebrado y que lo había perdido todo en diciembre, por fuerza de la crisis económica. Tenía al menos 15 años viviendo en el inmueble y padecía las restricciones de la crisis. “Pensé que era un pantalón mal tendido que había volado la brisa, pero no. Armando era un tipo solo, cuya familia no se veía por ahí y estaba muy casero últimamente. Tenía los ojos hundidos, de tanto llorar, diría yo”.
Esa muerte no fue el único hecho que sorprendió a la comunidad la última semana de enero. Menos de 24 horas después de la muerte de Armando, una vecina de origen asiático intentó lanzarse del piso 18 de la residencia As de Oro, tres edificios más adelante de donde vivía el comerciante, en la parroquia Santa Teresa. Para algunos era una bravata contra la vida, para otros, un gesto de cobardía.
Una sarta de aplausos temblorosos sellaba la tarde del 28 de enero aquel episodio de vértigo en el que la asiática quiso matarse. El incidente fue frustrado por los Bomberos del Distrito Capital: la comerciante, cuyo nombre se reservaron los funcionarios, se retractó a última hora y quedó colgada por varios minutos en su ventana.
El rol clave de la depauperación
La crisis económica y política deja sus marcas puertas adentro, en los hogares desmembrados por las preocupaciones del día. Muchas familias ni siquiera tienen qué comer y deben salir a la calle para hurgar de la basura y asegurarse un bocado. El acceso a los alimentos, medicinas y bienes básicos son el primer motivo de preocupación para los hogares de escasos recursos.
De acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela 2017, el número de familias en pobreza extrema pasó de 51,5% a 61,2%. El estudio presentado en febrero señala que 87% de los hogares vive en condición de pobreza de ingresos per cápita. Y más de 12,6 millones personas dependen del Gobierno para poder alimentarse.
Alrededor de 8,2 millones de venezolanos ingieren dos o menos comidas al día y lo que consumen es de mala calidad. El hambre cobra un rol estelar: 6 de cada 10 venezolanos han perdido aproximadamente 11 Kg de peso el último año.
La psicólogo clínico y social Yorelis Acosta, jefa del área sociopolítica del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV, advierte que la salud mental de los venezolanos flaquea y es motivo de preocupación para el gremio. Señala que la tristeza, la rabia y el miedo son las emociones que más prevalecen desde 2015, según indica un estudio. Una investigación realizada hace ocho años por la especialista apunta que la criminalidad, el robo y la violencia eran la primera causa de ansiedad. Hoy la zozobra es provocada por la recesión económica, un problema que arrebata el sosiego a las familias.
Al margen de cualquier cifra oficial, psicólogos del país alertan sobre un posible incremento del número de suicidios, pero no existen estadísticas concretas que respalden tal afirmación. De acuerdo con el Anuario de Mortalidad 2013, el último emitido por Ministerio de Salud, que entre otros decesos recoge las muertes autoprovocadas, ese año ocurrieron 616 casos.
Se trata de un subregistro que representa 0,41% de los 149.903 fallecidos por distintas causas durante ese período. La cuenta del Estado se traduce en una tasa de mortalidad general de 4,93 por 1.000 habitantes, siendo los suicidios junto con los homicidios la sexta causa de muerte en Venezuela, después de las enfermedades del corazón, el cáncer, la diabetes, los padecimientos cardiovasculares y los accidentes.
Adolescentes suicidas
A juicio de Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap, los niños están pagando las consecuencias de las malas políticas del Estado. Trapani alerta sobre un incremento anual del índice de suicidios entre adolescentes, cuya tasa anual se incrementó de 11 a 17 desde 2014.
Mirtha Navarro, psicólogo de la UCAB, desgrana el último Anuario del despacho de Salud y pone sobre la mesa una categoría que descuella y se posiciona como la quinta causa de muerte en Venezuela. Son los accidentes de todo tipo, dentro de los cuales se incluyen eventos cuyas causas no están claras y podrían considerarse suicidios. Fuera de los siniestros de tránsito, el último Anuario de Mortalidad rinde cuenta sobre 2.691 accidentes dentro de los cuales se camuflan algunos suicidios.
“Más del 80% de las muertes registradas por suicidios corresponden a hombres. El grueso de los casos se registra en un rango de edad que oscila en los 25 y 44 años, siendo Mérida, Carabobo, Barinas y Zulia las entidades con mayor registro”, explica Navarro, experta en psicología de la familia. La comunidad formula su alerta en un contexto nacional en el cual arrecian las fallas de medicamentos ansiolíticos para tratar a personas con trastornos depresivos.
Según el capítulo sobre Trabajo de la Encovi 2017, el empleo formal pierde importancia como principal fuente de ingresos y los beneficios no son un atractivo. Más de 9% de la población, lo que equivale a 1.177.852 habitantes, está desempleada y la situación del venezolano se sigue deteriorando, concluye la encuesta. El clima de desempleo prevalece en un país donde 41,5 de población en edad de trabajar permanece inactiva.
“Tener salud mental es gozar de tranquilidad, lo contrario a ello es tener muchas preocupaciones”, matiza la psicóloga Yorelis Acosta, quien enumera el empobrecimiento general y las muertes por falta de medicinas entre los principales acontecimientos que inquietan a la población. Señala que entre las razones que los pacientes aducen para quitarse la vida está la pérdida de poder adquisitivo. Existe también un factor biológico que complica el escenario y es la depresión que se profundiza con las frustraciones y los miedos.
El año pasado, dice Acosta, se registraron entre 25 y 30 suicidios por mes en Caracas, según datos recabados en la Morgue de Bello Monte. “Sé de casos de personas que han acabado con su vida y han dejado una nota porque no quieren que su cuerpo se deteriore tras un diagnóstico de una enfermedad crónica”.
En torno a ello el Círculo de Periodismo Científico de Venezuela propuso un acuerdo nacional por la salud y por la vida para activar la cooperación internacional. La coalición pide contener el desabastecimiento de alimentos y medicinas que supera el 85%, según farmaceutas. Entre los enfermos más vulnerables se cuentan los pacientes trasplantados, con cáncer, VIH, hipertensión y diabetes.
Un informe sobre muertes violentas en personas mayores, divulgado el año pasado por la organización Convite, revela un subregistro de 15 suicidios de ancianos, seis de ellos ocurridos en Trujillo. Frente al incremento de ese tipo de hechos, la organización pide articular políticas de protección. “La población de adultos mayores es uno de los grupos más vulnerables en una sociedad azotada por la violencia, la inflación y la escasez”, subraya la ONG.
Muchos ancianos, agrega Convite, han visto partir a los miembros de su grupo familiar y quedan sin asistencia, incluso en casos de emergencia. Solo entre enero de 2016 y marzo 2017, se produjeron 39 muertes accidentales de ancianos, dentro de las cuales figuran presuntos suicidios, señala la ONG. Ello en un país donde existen aproximadamente 2.976.079 adultos mayores, según el Instituto Nacional de Estadística.

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