Aporrea: Venezuela, un país en emergencia y un responsable: Nicolás Maduro

Tal vez el más desprestigiado de todos los debates sea el que habla desde el espacio público. Paradójicamente, el espacio más requerido de la interpelación ciudadana es al mismo tiempo el ámbito más devaluado por efecto de la trivialización y la decadencia. No es fácil remontar esta cuesta. Nada fácil persuadir a la gente del interés vital de lo político para la propia continuidad de la sociedad. Mucho más complicado resulta motivar a grandes colectivos sobre la necesidad imperiosa de debatir los asuntos públicos como condición esencial para la convivencia democrática (diríase que en eso consiste básicamente la idea de cultura democrática).
Rigoberto Lanz – Paradigma de la política –
Por: Javier Antonio Vivas Santana / Aporrea
El discurso del presidente de la República en su visita a la Asamblea Nacional estuvo cargado de retórica menos de soluciones para enfrentar la compleja situación que vivimos los venezolanos. De hecho, que el Banco Central de Venezuela (BCV) haya reconocido una inflación anualizada superior al 140%, una caída del Producto Interno Bruto (PIB) del -7,1%, y que aún con tales cifras se llegue al paroxismo en decir que la pobreza crítica fue reducida al 4% es tener unas autoridades que no han logrado leer las causas de la fulgurante derrota que les propinó el pueblo en las pasadas elecciones para la Asamblea Nacional.
Siguen el presidente Maduro y sus colaboradores intentando confundir al pueblo con la desinformación y las mentiras. Ese fue el libreto empleado con los medios de comunicación del Estado, incluida la llamada Televisora del Sur (Telesur) antes de la debacle oficialista en las elecciones parlamentarias de 2015. Todavía recordamos como en tiempos de campaña electoral, en tales espacios, no había transmisión de ninguna “cola” para comprar alimentos, menos ver a las personas en angustias por la escasez de medicamentos, y ni hablar de un parque automotor técnicamente paralizado por cauchos o baterías. Y sobre delincuencia, eso era un tema sacrosanto.
Pues bien, todo lo que dijo Maduro, incluyendo el disco rayado de la “guerra económica”, Ramos Allup se lo desmintió, lo cual deja en evidencia no sólo la ausencia de un discurso creíble, sino que el propio presidente queda muy mal parado ante la opinión pública cuando no se permitió la entrada al recinto legislativo de otros medios nacionales e internacionales, lo cual impidió ver posteriormente otras imágenes sobre lo que allí acontecía.
Y mientras el presidente nos brindaba su discurso, el Fondo Monetario Internacional nos predecía un 500% de inflación y una caída del PIB superior en -10% para este año 2016. Y ante ello ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie? ¿Conformarnos?
La grave crisis económica que vive el país, luego de haber perdido el gobierno dos valiosos años que bien pudieron generar la confianza y medidas necesarias para el inicio de una economía productiva, terminó siendo un tiempo devastador. Muchos desde diversas tribunas lo alertamos, pero nunca fuimos escuchados. El resultado: un costo político que no sólo tuvo que ver para el gobierno con la pérdida de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, sino que ahora tenemos un país hundido en lo económico y social, lo cual aunado al bajo precio del petróleo en los mercados internacionales, han llevado a Venezuela hasta un proceso de “haitinización” (si cabe el “vocablo”), con la diferencia que la nación caribeña, jamás ha tenido los cuantiosos recursos que hemos manejado nosotros en años recientes.
Al paso que vamos, no tengo dudas que Maduro no sólo no terminará su mandato, sino que juega al entierro definitivo de la revolución bolivariana. Pero, ¿por qué lo hace? ¿Habrá algún pacto de Maduro con nuevas o restauradoras élites políticas con el propósito de no ser tocado junto con sus séquitos ante una eventual salida del poder? ¿Cuál será el papel de la Fuerza Armada de salir Maduro de la presidencia? ¿Tapar las corruptelas civiles y militares que no toleran mínima auditoría pública ni ciudadana? ¿Cumpliría su rol de investigación Luisa Ortega Díaz? ¿O será verdad que tras bastidores existen millonarios contratos de obras públicas entre familiares de cúpulas restauradoras con cúpulas rojas? Porque de ser así, estaríamos ante un gran fraude (y no electoral) frente al país.
Por lo pronto, aunque tengamos interrogantes sin respuestas, algo está claro: No es un simple decreto de “emergencia económica” lo que tenemos ante nosotros, es un país en emergencia. El responsable: un nombre y apellido, Nicolás Maduro. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.

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