EL GUISO DE NICOLASITO – Madurito hace de las suyas en Argentina

En agosto del año pasado, Nicolás Maduro Guerra, el hijo de dictador venezolano aterrizó en Buenos Aires con una intensa agenda política. Participó del lanzamiento de la candidatura presidencial de Jorge Taiana, en el estadio de Ferro, y hasta se entrevistó con diputados kirchneristas en el Congreso para “asesorarlos” en la Ley de Abastecimiento. Un lujo que pocos se pueden dar a los 23 años, y sin experiencia como funcionario. Mucha menos repercusión tuvo su visita al hotel boutique de Cristina Kirchner en El Calafate, Los Sauces, donde se alojó junto a una nutrida comitiva. Llamativamente, los gastos de esa estadía corrieron por cuenta de Ricardo Barreiro, un ladero de Néstor y Cristina en esa ciudad. Así lo prueban documentos secuestrados en los allanamientos del 13 de julio pasado, por orden del juez Claudio Bonadio, a los que tuvo acceso Clarín.
La comitiva del hijo de Maduro ocupó en Los Sauces un total de nueve habitaciones, todas bien cerca por pedido expreso de la seguridad. Nicolás y su pareja ocuparon la habitación 507, denominada “Evita”. Junto a ellos viajaron dos custodios, algunos parientes, un menor de edad y hasta un amigo personal, Milton Riva. Los custodios ocuparon dos habitaciones single. El resto se alojó en habitaciones dobles. A último momento, los organizadores del viaje pidieron una habitación para Orestes Altamiranda. Se trata de un ignoto militante de La Cámpora de Tierra del Fuego que se define en su perfil de Twitter, hoy en desuso, como “peronista y chavista”. Su padre, Teobaldo Altamiranda, es más conocido porque estuvo presente en el avión que trajo al país a Juan Domingo Perón en 1973. ¿Qué hacía en la comitiva de Maduro? La respuesta hay que buscarla en la relación que estableció el hijo del presidente venezolano con la agrupación de Máximo Kirchner.
Los documentos secuestrados en Los Sauces en el marco de la causa Hotesur prueban la intervención directa de Barreiro, un hombre de extrema confianza del ex presidente, bautizado como “El Jardinero” por sus variadas actividades en la residencia de los Kirchner en El Calafate. El apodo nunca le gustó a la Presidenta. A fines del año pasado, en su perfil de Facebook, Cristina escribió: “El Sr. Ricardo Barreiro es licenciado en Administración de Empresas. Jamás le confiaría a un profesional de esa rama una tarea tan importante como es el cuidado de mi jardín”.
Jardinero o no, Barreiro integró el círculo íntimo de Néstor Kirchner al igual que Lázaro Báez o Rudy Ulloa. En Calafate es conocido como el “primer kirchnerista”: su militancia fue clave en la campaña política que llevó a Néstor a la gobernación, en 1991. Con el tiempo, ganó en confianza, y comenzó a manejar los negocios locales.
A partir de 2003, Barreiro tuvo un rol clave en el desembarco de los Kirchner en esa pequeña ciudad. Al calor del poder, acumuló cargos en distintos organismos nacionales y se convirtió en un próspero empresario. Actualmente es dueño de un hotel en Tucumán, una empresa de colectivos, y otra de envíos. Y hasta tiene su propio helicóptero, un Robinson 44LV-ZHW.
Su cercanía a los Kirchner se trasladó a sus hijos. Pablo fue secretario privado de Néstor y Cristina durante cinco años. Abandonó la Rosada en junio, con un patrimonio declarado de $1.699.144. Junto a su padre, hoy administran el restaurante “Campo Grande”, con relativo éxito comercial. El otro hijo es policía e integró la custodia presidencial.
¿Cómo se involucró Barreiro en la llegada de Maduro a Los Sauces? El “licenciado”, como le gusta decir a Cristina, tiene una estrecha relación con la administración del hotel, donde trabajó como gerente general. Su salida se disparó tras la visita al lugar del periodista Jorge Lanata, en 2012, aunque también habría influido la filtración de algunas noticias locales sobre los negocios hoteleros de los Kirchner. Fue demasiado para Cristina. Lo sucedió en el cargo Jorge Olivera, de la empresa Panatel, propiedad de la familia Relats, administradora del hotel. La otra respuesta tiene nombre y apellido: Máximo Kirchner, su jefe en los hechos tras la muerte de Néstor, el verdadero ideólogo del acercamiento al régimen chavista.
Según la documentación a la que accedió este diario, cada habitación ocupada por la comitiva de Maduro costó 200 dólares más impuestos por noche. La facturación se habría hecho a nombre de una empresa para esconder el origen de los fondos.
El Clarín

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