¿ÉXITO O ESPEJISMO? Lo que el “Black Friday” dice sobre la dolarización de la economía venezolana
Las imágenes de largas filas de venezolanos esperando a las puertas de algún comercio para poder entrar a comprar un producto deseado han dado la vuelta al mundo durante los últimos años hasta convertirse en algo rutinario.
Lo inusual, sin embargo, es que esas colas no ocurran frente a un supermercado para adquirir productos básicos como leche, aceite o café sino para comprar relojes, ropa de marca o zapatillas deportivas, productos que se han convertido en objetos “de lujo” en la depauperada economía venezolana.
Eso fue, justamente, lo que ocurrió el pasado viernes cuando por primera vez desde la llegada al poder del presidente Nicolás Maduro -quien se declara socialista y anticapitalista- algunos centros comerciales decidieron organizar un “Black Friday”, el famoso día de compras con precios de descuento instaurado por los comercios minoristas en Estados Unidos y que ha ido siendo adoptado en otros países del mundo.
En Venezuela, los comercios ofrecieron descuentos de hasta 80% en el precio de los productos.
Las ofertas se produjeron en Caracas y en algunas de las principales ciudades del país como Maracaibo y Barquisimeto.
Esto sirvió para movilizar a muchos compradores ansiosos por aprovechar las rebajas en un país acostumbrado a que los precios suban sin cesar y que hasta septiembre de este año acumulaba una inflación de 4.680%, de acuerdo con cifras oficiales del Banco Central de Venezuela.
Por otra parte, con un salario mínimo que apenas alcanza a los US$10 mensuales, en realidad no son muchos los venezolanos que disponen de un ingreso propio suficiente como para aprovechar las ofertas del Black Friday.
Entonces ¿cómo se explican las largas colas de consumidores que se vieron en algunos centros comerciales en Caracas?
Flexibilización de los controles
La severa crisis que vive Venezuela ha hecho que su economía haya perdido más del 50% de su Producto Interno Bruto (PIB) en los más de seis años que Maduro lleva en el poder.
Esa situación, sin embargo, ha ido mutando en sus manifestaciones y ha pasado de una escasez severa en la que los compradores no encontraban en las tiendas los productos que buscaban a una nueva realidad en la que los comercios están abastecidos, pero la mayoría de los ciudadanos no tienen dinero suficiente para pagar por los productos.
Este cambio se explica, en parte, por la reciente flexibilización de los controles de precio y de cambio que rigen en Venezuela desde 2003.
Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, señala que aunque los controles no han sido eliminados formalmente, el gobierno no los está aplicando o lo hace de forma discrecional, lo que hizo posible que ocurriera este Black Friday.
Esta flexibilización buscaría aliviar la tensión social derivada de la grave crisis económica que vive el país.
“El gobierno tiene amnesia de los controles. Eso le permitió al sector comercial tener estrategias de manejo de inventarios, ajustar sus precios y diseñar ofertas”, indica.
Oliveros apunta además que luego de seis años continuos de caída de la economía, el sector comercial está muy golpeado, por lo que buscan “desesperadamente cualquier excusa para intentar vender algo de inventario” y el Black Friday era una de estas opciones.
“Las ventas están un 50% por debajo en lo que va de año, así que decidimos hacer el Black Friday para entusiasmar a la gente e impulsar las ventas”, le dijo a Reuters Rosmary Mogollon, dependienta de una tienda de zapatos en Maracaibo, la segunda ciudad más grande del país.
Dolarización
La economía venezolana se ha venido dolarizando de forma progresiva e informal.
“Hay un grupo de la población que tiene acceso a divisas, aunque en unas cantidades muy pequeñas. No tienen una capacidad de gasto elevada, pero sí disponen este año de unos dólares con los que no contaba el año pasado y que tomó la decisión de salir a comprar algo, lo que fuera, si es barato. Creo que eso explica la afluencia de gente en las calles, buscando ofertas, intentando hacer rendir los pocos dólares que tiene”, señala Oliveros.
Esa idea, la de intentar ahorrar algún dinero al comprar con descuentos, fue precisamente la que llevó a Elizabeth Díaz a recorrer el viernes pasado los 35 kilómetros que separan su lugar de residencia en la ciudad dormitorio de Los Teques del Centro Comercial Sambil de Caracas, uno de los más grandes y modernos del país.
“Mi hermana lo vio en las redes sociales. ‘Mira, hay descuentos de 70% en el Sambil’ y vinimos corriendo”, le dijo el viernes Díaz a la agencia Reuters, mientras esperaba para poder entrar en una tienda de juguetes para comprar regalos para sus tres nietos.
“Las rebajas son la única forma, porque con los precios tan altos uno no puede comprar nada”, aseguró.
Estudios de Ecoanalítica en centros urbanos de Venezuela calculan que la población del país está dividida en 3 grupos:
- 15% que no solamente tiene dólares sino que genera mensualmente “cantidades significativas”, más de US$300 mensuales, lo que le permite tener ciertos niveles de consumo.
- 35% que empieza a manejar cantidades limitadas de divisas, entre US$50 y US$100 mensuales, junto con bolívares. Tiene una economía híbrida. Es un sector en el que empieza a llegar ayuda de sus familiares en el exterior.
- 50% que está en condiciones mucho más precarias que no tiene acceso a divisas. Es el grupo más vulnerable, conformado por empleados públicos, pensionados, etc.
De acuerdo con Oliveros, que el gobierno permita que las personas realicen transacciones en dólares también favoreció el Black Friday al facilitar los pagos.
¿Éxito o espejismo?
A pesar de los descuentos ofrecidos, los precios de muchos productos en Venezuela siguieron siendo incluso durante el Black Friday mucho más caros que en Estados Unidos.
Según la agencia Bloomberg, un teléfono inteligente Samsung Galaxy A70 se ofrecía en descuento en Caracas en US$450 y un Nintendo Switch en US$500, mientras que ambos productos pueden comprarse en Amazon por US$338 y US$269, respectivamente.
Entonces ¿fue el Black Friday un buen negocio?
De acuerdo con Oliveros, la jornada efectivamente sirvió para que muchos comercios lograran disminuir su inventario acumulado.
“Hemos hablado con algunos comerciantes y nos decían que lograron hacer unas ventas significativas en comparación con otras fechas. Incluso el domingo ya era posible ver una reducción de los inventarios en las tiendas”, explica.
El experto considera que el Black Friday “es un reflejo importante de los cambios que están ocurriendo en Venezuela en términos de consumo”.
Advierte, sin embargo, que tras los seis años de retroceso que ha vivido la economía venezolana también es un fenómeno que tiende a ser magnificado.
Al final de cuentas, sigue habiendo un gran porcentaje de la población venezolana que no puede comprar ni en Black Friday ni en casi ningún otro día.