Rusia, Irán y China: la carrera por repartirse Venezuela
“El ascenso de Vladimir Putin y su clan de San Petersburgo ha sido descripto como maquiavélico, pero se lo representa mejor con los logros de Don Vito Corleone: la red de traiciones, el secreto y las fronteras borrosas entre lo que es negocio, lo que es gobierno y lo que es delito. Todo está en los libros de (Mario) Puzo”. Así relató en su libro Winter is Coming el ajedrecista Garry Kasparov a la Rusia actual bajo el poder del ex agente de la KGB.
Por: Laureano Pérez Izquierdo | Infobae
Un veterano escritor, desde el exilio, pasó el necesario tamiz de realismo mágico por Nicolás Maduro e hizo un paralelo. Comparó al dictador que habla con aves con Pablo Escobar Gaviria el capo narco colombiano muerto en diciembre de 1993, quien se incorporó fugazmente a la política y alguna vez soñó con presidir su tierra.
Quizás sean esas fronteras entre ficción y realidad las que unen a ambos jerarcas. Pero sobre todo, lo hace la oportunidad y la necesidad. Putin sabe que su par venezolano depende más que nunca de sus buenas gestiones: su dinero y su potencial poder de fuego. El caraqueño, encerrado y sin capacidad de respuesta, se entrega al abrazo ruso.
Ironías de un relato épico: quien desde Miraflores jura luchar contra el imperio, permite que cruzados milenarios ingresen a sus fronteras convirtiéndose él mismo en su vasallo. La hipoteca de Maduro para luchar contra “el imperialismo” se torna, poco a poco en su piedra más pesada. Y sus acreedores no sólo radican en Moscú, sino en otros dos puntos bien alejados de Caracas: Teherán y Beijing.
Las tres potencias ya desplegaron el mapa de Venezuela para repartírsela a cambio de mantener en el poder al chavista. Planean convertir al país sudamericano en su nueva Siria. Un negocio multimillonario y una conquista geopolítica clave en América Latina.