AGRADECIDOS POR SIEMPRE – La casa que brinda alimentos a más de 3.000 venezolanos en Cúcuta

A pocos metros del puente internacional Simón Bolívar, en el barrio fronterizo La Parada de la ciudad de Cúcuta, Colombia, las puertas de un galpón son abiertas diariamente para recibir a más de 3.000 venezolanos que van en busca de desayunos o almuerzos.
El galpón está alquilado por la Diócesis de Cúcuta desde hace 16 meses, cuando consolidaron la Casa de Paso Divina Providencia, un comedor que ofrece alimentos, agua y atención médica a los venezolanos.

“Esta es una idea del padre David Cañas. Él cuenta que vio la necesidad que pasaban los venezolanos y decidió hacer una olla comunitaria aquí en La Parada y se le acercaban personas que le decían que tenían hasta cuatro días sin comer. Desde allí comenzó este trabajo que fue de cero a más con la ayuda de empresarios y personas de buena voluntad”, indicó Jean Carlos Andrade, coordinador de la Casa de Paso y abogado de la Diócesis de Cúcuta, en una entrevista ofrecida a El Nacional.

En este comedor se recibe ayuda del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y otros proveedores locales: “Como el padre oficia las misas en la Pastoral del Centro, todos los comerciantes de esa zona lo conocen y lo apoyan”.
Explicó que el PMA garantiza más de 3.000 platos de comida, jugos y agua para los almuerzos, mientras que los desayunos corren por cuenta de empresarios colombianos y donadores particulares.
La jefa de la cocina, Fabiola Ruiz, junto con unos 600 voluntarios colombianos y venezolanos preparan más de 6.000 raciones de comida. Sus labores comienzan a las 6:00 de la mañana y ya a las 7:00 de la mañana comienzan a ofrecer el primer alimento del día, que generalmente es avena o chocolate con pan y pan con salchichón o con crema de leche. La gente se retira y regresa a la hora del almuerzo.

Ruiz señaló que su vida cambió cuando comenzó a ayudar a los venezolanos: “Ver una problemática mayor que la mía me dio mucha fortaleza. Escuchar a los demás y darles voz de aliento me motiva cada día a seguir”.

Asegura que ha visto en el comedor a niños, mujeres y personas mayores con desnutrición implorando por comida.
En un pequeño espacio del galpón habilitaron una especie de consultorio médico, donde algunos profesionales de la salud colombianos emplean su tiempo libre en atender a venezolanos. Yuliet Riaño y Rafael Alejandro Guzmán son dos de esos doctores voluntarios.

Riaño tiene nueve meses colaborando en el pequeño consultorio y señala: “Aquí vemos a muchos niños con desnutrición e infecciones en la piel como escabiosis o celulitis. Les hacemos el control y como nos llegaron donaciones de vitaminas las hemos usado para ayudar a esas personas a recuperar peso”.

Aunque reciben donaciones, a veces tienen que hacer esfuerzos extra para solucionar los problemas que presentan quienes acuden a ellos.

“Una mujer de 23 años fue un caso que se salió de control por su situación socioeconómica, venía con cáncer de mama avanzado. No tenía sus cuidados, llegaba aquí implorando recibir quimioterapia, que la ayudara. Intentamos contactar con clínicas oncológicas pero no fue posible, así que reunimos los recursos para financiar las quimioterapias, costó de unos 125.000 a 150.000 pesos (de 40,33 a 48,39 dólares)”, contó la doctora.

También comentó que una embarazada recibió todo su control obstétrico allí, que los voluntarios pagaron para que se pudiera hacer los ecosonogramas y ahora su bebé es el apadrinado de la Casa de Paso.

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