EL LEGADO – El calvario del venezolano por un pasaporte

Un joven oriundo de Ciudad Bolívar comenzó su trámite para sacar el pasaporte en 2016 y todavía espera por el documento. Las autoridades del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) solo se limitan a darle “respuestas genéricas” y no resuelven su problema.
En un hilo de mensajes compartidos a través de Twitter, el joven Jhonny Rawr, contó su terrible experiencia al intentar sacarse el pasaporte, allí relata que todo comenzó en 2016 cuando no tenía planes de viajar fuera del país, pero consideró importante solicitar el documento por si algún día llegaba a necesitarlo.
La cita llegó rápido, acudió y le tomaron sus datos y fotografía, solo restaba esperar por la impresión del documento. En 2017, cuando habilitaron el pago de pasaporte exprés, decidió pagarlo de esa manera para que le agilizaran el proceso, muchos intentos, se unió a grupos donde la comunidad se avisaba cuando el sistema habilitaba la opción y finalmente logró pagarlo, recibió todos los soportes de pago a su correo electrónico.
En vista de que su trámite no avanzaba, acudió a las oficinas del Saime de su ciudad, allí le indicaron que el sistema interno no reflejaba el pago y que ese problema no podían resolverlo ellos, solo tendría alguna posibilidad si se dirigía a Caracas, a las oficinas principales en Capitolio.
Sin conocer la capital venezolana, en compañía de su novia, decidió emprender el viaje, compró dinero en efectivo para poder adquirir los boletos de autobús, finalmente llegó a Caracas donde rápidamente se dio un baño y siguió al Saime, con ayuda de un desconocido, la pareja llegó a su destino, cientos de personas estaban en ese lugar.
Allí le informaron que debía anotarse en una lista y lo peor: pernoctar en el lugar.
Así lo hizo, la lista la pasaban cada lapso de tiempo, tachaban los nombres de quienes se habían ido, a las 3:00 de la mañana es la última ronda, a esa hora ya deben quedar ordenados por el número que les corresponda en la lista y con sus brazos marcados como animales.
Tuvieron que dormir en el suelo, en una plaza cercana a la sede del Saime, porque los funcionarios de seguridad del lugar impiden mantenerse frente a la institución.
Al amanecer, cuando las oficinas abrieron sus puertas, pasaron a cientos de personas, afortunadamente logró entrar en un segundo lote. Allí fue atendido, pero asegura que solo le dieron una “respuesta genérica” y no le quedó otra opción que regresar nuevamente a casa y seguir intentando vía online, pues la atención en las oficinas no brinda soluciones.

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