LOGRO REVOLUCIONARIO – De 2003 a 2012 se robaron $69.500 millones en importaciones fraudulentas
Las máquinas para cortar cesped costaron $12.300 dólares. Cada una. Y la maquinaria para procesar pollos costaba $1.8 millones. Cuando la policía la revisó, encontró un montón de chatarra oxidada.
Unos empresarios cobraron $74 millones de dólares por importar sustancias químicas y otros productos, aunque casi no traían nada.
Durante años, Venezuela ha tenido un agujero en el bolsillo, un agujero muy grande.
Un complejo sistema de divisas ha provocado complejas estratagemas de los importadores, que inflan desmesuradamente el valor de las mercancías traídas al país para recibir dólares a tasas de cambio bajísimas. En ocasiones falsean los envíos y no importan nada. Después se embolsan los dólares que les proporciona el gobierno, o venden una parte con ganancias gigantescas en el mercado negro.
De esta manera se han drenado miles de millones de dólares de la tesorería venezolana, dólares necesarios para importaciones vitales, aseguran los funcionarios; la pérdida resulta particularmente dolorosa ahora.
Con la estrepitosa caída del precio del petróleo, la principal exportación de Venezuela, el banco central de la nación informó la última semana de abril que las reservas de divisas extranjeras – esenciales para el comercio internacional y el pago de la deuda – estaban en su nivel más bajo en doce años.
Esto produjo un raro acuerdo entre la izquierda y la derecha venezolana, que exigen que alguien rinda cuentas por los miles de millones de dólares desvanecidos.
“Es escandaloso”, afirma Víctor Álvarez, economista de izquierda y ministro del gobierno de Hugo Chávez, el ex presidente que falleció en 2013. “Es semejante al saqueo al que fueron sometidos nuestros pueblos en la época de la conquista y de la colonia cuando se llevaban las riquezas de oro y de plata por toneladas.”
Durante los años de auge de los precios altos del petróleo, poco se hacía por detener los miles de millones de dólares que desaparecían en virtud de la corrupción y el fraude.
Pero ahora, con el país en una profunda crisis económica marcada por la recesión, una inflación atroz y escasez de productos, como leche, condones y champú, los miles de millones faltantes son particularmente conspicuos.
En muchas tiendas, los anaqueles están vacíos y la gente espera en fila durante horas para comprar productos básicos, en una crisis agravada por los años de hemorragia financiera a través del fraude en las importaciones.
“Tomando en consideración el comportamiento de los precios del petróleo, son recursos que en este momento hacen falta”, afirma Ricardo Sanguino, legislador del partido gobernante designado por el presidente Nicolás Maduro para encabezar una comisión que investigue el fraude.
Los cálculos del fraude de las importaciones varían, pero Edmée Betancourt, ex gobernadora del banco central, ha dicho que hasta $20.000 millones de dólares de los $59.000 millones destinados a importar productos en 2012 desaparecieron debido a transacciones fraudulentas.
Una empresa de consultoría, Ecoanalítica, calculó que de 2003 a 2012 fueron robados $69.500 millones mediante importaciones fraudulentas. Agregó que 20 por ciento de las importaciones declaradas por compañías privadas han sido falsas, mientras que 40 por ciento de las importaciones realizadas por agencias gubernamentales y empresas del gobierno habían sido fraudulentas.
Las trampas han sido tan abundantes que los exportadores en una zona de libre comercio en Panamá facturaron $1.400 millones de dólares en envíos a Venezuela. Sin embargo, funcionarios panameños aseguran que de esa cantidad $937 millones fueron un fraude: compañías que facturaban productos inexistentes.
En el corazón del fraude de importaciones está el control de divisas del país, impuesto en 2003 por Chávez. Los controles se basan en parte en la noción populista de que ofrecer a los importadores dólares baratos, esencialmente subsidiados por el gobierno, se traduce en bienes importados baratos para las masas.
Pero los economistas advierten que los controles generan enormes incentivos para el fraude.
“Hay muchos multimillonarios venezolanos gracias a este sistema”, aseguró un importador de ropa, alimentos, medicamentos y otros productos, que habló a condición de quedar en el anonimato. Agregó que normalmente él solo recibía 10 por ciento de lo que alegaba estar importando.
Venezuela depende enormemente de las importaciones en materia de alimentos y otros productos básicos, así como de materias primas para fabricar muchos artículos. Pero los exportadores en el extranjero no quieren hacer negocios en bolívares, la divisa venezolana. Quieren dólares u otra divisa extranjera, como euros.
Así pues, en Venezuela, los importadores obtienen la autorización del gobierno para importar un producto y después hacen la solicitud ante la agencia de control de divisas para adquirir los dólares necesarios para pagar el envío del exterior.
El sistema rebosa de oportunidades para los abusos, siendo el principal las facturas enormemente infladas.
Puede leer el trabajo completo en The New York Time.