LOS JOVENES DE LA REVOLUCION – El malandro joven, el más perverso entre los criminales
En fotografías y videos que colocan en la web y en las redes sociales se ha observado a jóvenes de edades entre 12 y 25 años con una barriada de fondo, con gorras o con el cabello peinado con gelatina, vestidos con chaquetas, suéter con capucha, pantalones anchos, se mueven a bordo de motos de alta cilindrada y mostrando su arsenal de guerra. Una imagen que refleja que los adolescentes están formando parte cada día más del mundo criminal, lo ven como una opción para buscar respeto y conseguir de forma fácil lo que desean.
Lysaura Fuentes – El Cooperante
El abogado penalista y criminólogo, Luis Izquiel, manifiesta que “es preocupante que cada día ingresan más jóvenes a las filas de la delincuencia, eso significa que en Venezuela está fallando el sistema de prevención social del delito, hay cantidades de jóvenes que están desertando del sistema escolar, que tienen adicciones a las drogas, que tienen fácil acceso a las armas y ven en las pandillas, como el sitio donde quieren estar”.
Barrio marginal y violento, herencia de la poltica de gobiernos anteriores.
Izquiel considera que los jóvenes de edades entre los 15 y 28 años, “forman parte del grueso de la criminalidad en Venezuela”. Afirma que estos provienen de los sectores populares del país.
“Los coco secos”
Los jóvenes que ingresan a las filas de la delincuencia son llamados los “coco secos”, una denominación del abogado y criminalista, Fermín Mármol García. “Esto quiere decir que tienen el deseo de apoderarse de algo ajeno con mayor facilidad y además su necesidad por buscar respeto”, indicó.
Mármol García estima que este malandro joven tiene necesidad de respeto porque “es producto del irrespeto, es decir que el producto social que lo rodeó siempre fue el irrespeto: lo irrespetó un padre maltratador, un padre que lo abandonó, una madre que no lo cuidó, tiene un signo de irrespeto permanente”.
Este joven debido al menosprecio que ha sufrido en su entorno social, busca satisfacer su ego propio, infringiendo daño y dolor. Al igual que Mármol García, el criminólogo Izquiel afirma que estos jóvenes que se están adentrando en el campo criminal “se desarrollaron en un ambiente donde no se respeta la vida de nadie, donde no hay valores, una persona que tiene en su cabeza violencia”.
Escalando posiciones a costa de maldades
En el año 2015, al menos 2.978 menores de edad estaban involucrados en hechos delictivos o relacionados con la violencia, según un conteo del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap). Los malandros viejos al introducir a su mundo al malandro nuevo o joven les colocan tareas pequeñas para que ellos demuestren de qué están hechos y luego otras difíciles hasta convertirlos en grandes matones.
Primer paso: Servir de correo
De acuerdo al criminalista Mármol García, el malandro joven comienza desde la tarea más simple de servir de correo. Es decir, lleva mensajes orales o escritos a otros criminales más viejos de la zona donde opera, además también entrega drogas, armas de fuego o municiones a otras bandas. “Esto ocurre porque el niño pasa desapercibido. Puede ir de un barrio a otro sin ningún problema”, dijo el especialista.
Segundo paso: Ser el vigilante o garitero
El criminal joven tras pasar el primer paso con honores lo ascienden a vigilante o garitero, que quiere decir que es el “pitador” o cuidador de una zona, informa sobre la presencia de funcionarios, sirve de espía en la barriada para una banda delictiva.
Tercer paso: El almacenista
Cuando el adolescente ya tiene un grado de credibilidad en la banda criminal, donde se desempeña, pasa a ser el almacenista. Se convierte en el que guarda los objetos de valor de la organización delictiva, entre ellas armas de fuego, granadas, dinero, droga entre otros.
El cuarto paso: Demostrar que no duda
Cuando el joven delincuente ya ha atravesado las anteriores etapas iniciales, pasa a demostrar que no duda al usar el arma de fuego contra sus víctimas y que no va a poner en peligro la vida de sus compinches. Javier Gorriño, exfuncionario del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial (Cptj), conocido actualmente como Cicpc, detalla que el criminal joven busca escalar rápidamente en el campo delincuencial engordando su currículo negativo, llamado “El Cartel”.
El adolescente criminal -según explicó Gorriño- no solo se interesa por el bien ajeno, sino que busca ampliar “El Cartel”, para ser respetado por los demás miembros de la banda criminal en la que se encuentra y además generar matriz de opinión en la sociedad, es decir darse a conocer a través del número de delitos que realiza. “El Cartel se hace con el número de muertos, con la crueldad, tener gran relevancia por la prensa, impactar a la opinión pública, todas esas cosas son parte de ese cartel que lo va a acompañar toda su vida”, explicó Gorriño.
La perversidad
Los criminales jóvenes tienen un mayor grado de perversidad para que les teman y puedan implementar en sus víctimas más poder y dominio. Es decir, que a menos años y más asesinatos atroces, reciben más respeto en el mundo delincuencial.
Mármol García señala que en los últimos años la delincuencia juvenil está disfrutando de hacer daño de forma perversa a la víctima. “Ese rasgo de perversidad que se ha mostrado en 2015 y 2016 se acentúa por la descomposición de la sociedad venezolana, El niño observa que el adulto que lo golpea, que abusa de él, lo disfruta y básicamente ha nacido en el infante, de forma más abundante, que parece que hacer daño es igual a disfrutarlo e implementa un rasgo de perversidad”, dijo.